18 de junio de 1948
Era un lluvioso día de verano, mi mamá me había puesto un vestido color azul celeste y me había peinado con 2 largas trenzas que amarraba siempre con un listón a juego con mi vestido. Mamá me dio un abrigo y cuando salimos de casa caminamos algo que a mi me pareció una eternidad, hasta que finalmente nos detuvimos en una casa a la que nunca antes había ido, y mi madre tocó el timbre.
-¡Mary! ¡Que agradable verte! ¡Disculpa la tardanza el clima nos retrasó un poco! - dijo mi mamá muy entusiasmada
-¡Oh Mercy ! ¡No te preocupes! recién comenzamos la fiesta - le respondió una señora a la que jamás había visto en mi vida, después me miró por un instante y agregó - ¡Pero que grande estás Lilian!, la última vez que te vi estabas aprendiendo a caminar ¿Me recuerdas?
Yo negué con la cabeza.
Yo negué con la cabeza.
Cuando entramos a la casa mi mamá soltó mi mano y me indicó que fuera a jugar. Yo no conocía el lugar, no conocía a nadie ¿Cómo esperaba ella que fuera a jugar con niños que jamás había visto en mi vida? Me dispuse a entrar en la habitación donde la mayoría de los niños jugaban y gritaban. Opté por sentarme en un sofá en la esquina de la habitación, así sólo me limitaría a observar a los demás. Los niños de mi edad no me gustaban, siempre estaban ensuciándose y gritando por cosas sin sentido. Había un grupo de niños que corrían alrededor de la mesa en una secuencia que nunca acabaría; en el corredor tres niñas jugaban con la tierra de una maceta simulando que hacían pastelillos; sobre la alfombra se encontraba un numeroso grupo de niños que cantaba una canción mientras se pasaban una pequeña pelota; a lo lejos, un pequeño niño llamó mi atención, se tambaleaba al caminar y se apoyaba en cuanto mueble se cruzaba en su camino, me parecía de lo más adorable, de pronto tropezó y, en un torpe intento por pararse, tomó como apoyo el mantel de una mesa que tenía apoyada una gran pecera, y ésta comenzó a tambalearse hacia él, mi reacción inmediata fue correr a sostenerlo.
-¡No! - Grité mientras lo ayudaba a pararse y lo alejaba de aquella mesa, fuera de peligro
-¡Michael!- Dijo una voz aterrorizada al tiempo en que yo abrazaba al pequeño niño asustado- ¡Muchas gracias por sostenerlo! de no haber sido por ti mi pequeño hermano hubiera salido lastimado, mi nombre es Paul- Comentó un niño más o menos de mi edad, y me extendió su mano.
-¡Hola! Me llamo Lilian- contesté tímidamente. Cuando lo miré, aquél chico no parecía ser tan odioso como los demás
- Permíteme un momento, llevaré a Michael con mi madre, no entiendo como pudo salirse de la cocina.
El niño se alejo de mi y se dirigió hacia la cocina, para ser sincera no esperaba que volviera después de todo ¿Quién iba a querer estar conmigo?
El niño se alejo de mi y se dirigió hacia la cocina, para ser sincera no esperaba que volviera después de todo ¿Quién iba a querer estar conmigo?
Me quedé contemplando la hermosa casa: tenía un hermoso papel tapiz color crema y muchos cuadros que parecían pintados hace siglos, a los pocos minutos el niño volvió con una bolsa de papel en la mano y con una seña me indicó que lo siguiera. Caminamos a través de un largo pasillo hasta que llegamos a la puerta trasera, al parecer había parado de llover, salimos al jardín y nos dirigimos a unos viejos columpios. El niño extendió la bolsa que tenía en su mano y me ofreció. Yo lo miré dudosa.
-Son Jelly Babies - Dijo Paul con una dulce voz- Toma uno ¿Acaso no los has probado?- lo dudé un momento, pero al cabo de unos segundos tomé uno de color rojo y lo metí a mi boca- Sabroso ¿no? Bueno hace un momento no pude presentarme correctamente mi nombre es Paul McCartney y hoy es mi fiesta de cumpleaños así que oficialmente tengo 6 años.
-Ammm, bueno, mi... mi nombre es Lilian y tengo 5 años.
-Es un placer Lilian- me dijo mientras se metía otro Jelly Babie a la boca- ¿Por qué no jugabas con los otros niños allá adentro?
-Es un placer Lilian- me dijo mientras se metía otro Jelly Babie a la boca- ¿Por qué no jugabas con los otros niños allá adentro?
-Es que ellos se aburrirían conmigo, no me gusta mucho correr ni ensuciarme, prefiero los juegos más tranquilos, como tomar el té o construir con bloques de madera.
-A mi me pareces divertida, ya hasta eres mi mejor amiga- dijo mientras una enorme sonrisa iluminaba su rostro. No pude evitar sonrojarme un poco, nadie nunca me había dicho que era su amiga.
-A mi me pareces divertida, ya hasta eres mi mejor amiga- dijo mientras una enorme sonrisa iluminaba su rostro. No pude evitar sonrojarme un poco, nadie nunca me había dicho que era su amiga.
De pronto uno de los listones de mi cabello cayó al suelo, Paul rápidamente se agachó a recogerlo y lo miró con curiosidad.
-¡Que lindo color tiene tu listón! Azul celeste, mi color favorito- dijo Paul, y me lo extendió para dármelo.
-Puedes quedártelo si te gusta, será nuestro símbolo de amistad.
-¿De verdad?-preguntó Paul con una sonrisa aún más grande- ¡Gracias! Oye, no te había visto sonreír, eres mucho más linda así.
-¡Paul! ¡Llevo mucho búscandote!-dijo la mamá de Paul- Es hora de cortar el pastel, ¿Esa bolsa que tienes ahí son los jelly babies? Se suponía que no los tomarías, pero bueno ¡Que más da! es tu cumpleaños. No tardes en entrar.
Paul rápidamente salto del columpio y corrió a su casa, yo lo seguí aunque algo torpe tratando de no pisar ningún charco. Ya adentro de su casa todos nos sentamos alrededor de una mesa y le cantamos feliz cumpleaños a Paul. Al terminar su madre nos repartió una rebanada muy grande de pastel a todos con un delicioso chocolate caliente. Los niños se sentaron en el tapete de la sala a disfrutar de tan deliciosa merienda, yo, por el contrario, opté por sentarme en un enorme sillón, Paul se acercó y se sentó a mi lado.
-¿Tu mamá es la Señora McTez?- Preguntó Paul, y yo asentí con la cabeza mientras devoraba un enorme trozo de pastel- Es una mujer muy buena, la otra vez nos trajo un delicioso estofado de frambuesas, tu mamá viene seguido a mi casa es muy extraño que nunca te haya traído.
-Si, mi mamá me contaba mucho de la tuya. Antes casi nunca salía de mi casa, me la pasaba todo el día cuidando a mi abuela. Era muy divertido. Pero desde que ella murió, mamá me lleva a todas partes con ella. Es un poco raro.
-Lilian, toma tu abrigo es hora de irnos- llamó mi mamá.
-Debo irme,Paul ¡Muchas gracias por todo!
-¡Gracias a ti por venir! - me respondió alegremente- ¡Eres una mejor amiga genial! Promete que volverás ¿si?
-Está bien, prometo que la próxima vez que mi mamá venga volveré.
-¿Por el listón de la amistad?- me preguntó, mientras estrechaba su mano en la que había amarrado el listón que le regalé. No me di cuenta de que lo había hecho, pero me pareció algo lindo así que yo hice lo mismo con el listón que quedaba en mi cabello.
-Sí, te lo prometo por el listón de la amistad- y estreché su mano.
Miré hacia atrás y vi como Paul y su madre se despedían de la mano de nosotros, les respondí con mi mano y poco a poco me fui alejando de la mano de mi madre. Había sido un día sensacional. Paul era un niño asombroso.
8 años después.....
Septiembre 1956
-¡Lilian! ¡Lilian! Mi papá ha llegado.
-¡Oh! Perdóname, Paul. Es que me perdí. ¡Tengo miedo Paul! ¿Y si no les caigo bien? ¿ Que tal si paso desapercibida otra vez?
-¡Oh! Perdóname, Paul. Es que me perdí. ¡Tengo miedo Paul! ¿Y si no les caigo bien? ¿ Que tal si paso desapercibida otra vez?
-¡Tranquila! Todo estará bien. Sólo Déjalo ser, sé tu misma y actúa natural. Todos te amarán, te lo prometo por el listón de la amistad- dijo mientras sacaba de su mochila aquél viejo listón que teníamos desde el primer día en que nos conocimos.
-Paul, ¿En serio llevas esa cosa a todas partes?- le pregunté con sorpresa
-Me sorprende demasiado eso, pensé que yo era la única- nos miramos unos segundos y después un fuerte grito interrumpió.
-¡Última llamada, Paul!- gritó un poco enfadado el papá de Paul
-¡Vámonos, Lilian! Se nos hace tarde ¿no querrás llegar tarde a tu primer día de clases o si?
Me alejé con cierta torpeza hacia la salida mientras me ponía el saco que nos obligaban a usar en la escuela, me resultaba un poco incómodo traerlo aunque debía admitir que me hacía ver con mucho porte y disimulaba un poco la palidez de mi cara. Caminamos hasta el auto y Paul caballerosamente me abrió la puerta de entrada, agradecí con la cabeza a Paul y enseguida cerró la puerta.
-¡Buenos Días, Señor McCartney!, le agradezco mucho que se haya tomado la molestia de venir por mi en mi primer día de clases.
-¡Oh linda!-respondió su papá- No hay porque agradecer, sabes que eres como de la familia, no podíamos dejar que te fueras caminando sola- se escuchó el golpe de la puerta delantera del auto. Paul había subido y estábamos listos para irnos.
Durante el camino Paul y su padre charlaban acerca de fútbol. Yo me dedicaba a observar por la ventana, había un día hermoso en Liverpool de esos que pocas veces se ven por aquí, no había ninguna nube en el cielo, todo pintaba para ser un excelente día. Giré mi cabeza para ver a Paul, me encantaba su sonrisa, amaba su sonrisa, era como si cada vez que sonriera una luz iluminara su rostro, tenía la mirada más sincera que jamás hubiera visto, y su voz era capaz de tranquilizarme cada vez que la escuchaba.Creo que una parte de mi estaba enamorada de el. De aquel chico perfecto. De pronto sentí una mirada a través del retrovisor, no me había dado cuenta de que Paul y su padre habían dejado de charlar, rápidamente bajé la mirada avergonzada, ¿se habría dado cuenta el Sr. McCartney de la forma en que miraba a su hijo? El señor soltó una pequeña risita que me hizo ver que lo había notado. De pronto, sentí un frenón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario